Ayer,
después de mucho tiempo, me permití un MIMO, así con letras mayúsculas, un MIMO
grande, de esos ricos, de los que huelen a algodón dulce… de los que te
envuelven en nubes y vuelas sin dejar el suelo… de los que cuidan y embellecen
el cuerpo y a la vez calman y enriquecen el alma…
Ayer
Juany, me cuidó y mimó mi piel, pero llegó a capas más profundas de la propia
epidermis. Tocó aquellas zonas que por las prisas, las rutinas y el día a día,
dejamos olvidadas, la dejamos para más adelante. Ayer con ese mimo me conecté
de nuevo y se activó un interruptor que llevaba tiempo apagado. Tan necesario
precisamente para convertir que esas mismas rutinas sean más satisfactorias y
fluyan con atención plena en ellas…
Ayer
me concedí tiempo para mí, para dejarme cuidar, para quererme, pero sobre todo
para comprometerme conmigo misma, para cuidarme por fuera y enriquecerme por
dentro… para re-descubrirme bella y sentirme serena…
Ayer
me paré para mí. Al salir del MIMO, en vez de caminar, casi flotaba… me buscaba
en los escaparates y sonreía… iba despacio, disfrutando respirando y como un
mantra mi mente me cantaba: si yo estoy bien, todo estará bien…si yo me cuido,
cuido de todo…y Todo irá a mejor.
Por tu buen hacer, por tu sabiduría, por tus manos, tu delicadeza, tu dedicación...