martes, 8 de mayo de 2018

Kintsugi: Belleza en las cicatrices


En la cultura Japonesa, existe desde siglo XV el Kintsugi o arte de reparar la cerámica con la resina del árbol Urushi, procedente de Asia, mezclándola con polvo de oro, otorgándole una nueva vida. Por eso la filosofía que conlleva este arte, es que quizás aquello que a veces parezca destruido o sin ningún valor, puede transformarse en algo aún más hermoso y valioso y que el verdadero valor de un objeto no radique exclusivamente en su belleza externa, sino en la historia que dicho objeto posee.

Si fuéramos listos y aplicáramos esta teoría a nuestra vida... es decir, si en el Kintsugi las fracturas doradas embellecen la cerámica, convirtiéndolas en piezas únicas y con un valor añadido; las cicatrices que a lo largo de la vida vamos obteniendo con cada error/aprendizaje, son las que nos convierten en las personas que somos, dotándonos de experiencias y sabiduría, haciéndonos únicos y diferentes, cada uno con su propia personalidad.

Si frente a las adversidades que nos vamos encontrando en la vida supiéramos reconstruirnos por dentro, superando y recuperándonos y si en vez de ocultar nuestros fallos, nos mostráramos seguros y fuertes de haberlos superarlos, seríamos como esas cerámicas, orgullosos de nosotros mismos, de sentirnos especiales y bellos, porque en el fondo la verdadera belleza de cada persona, no está en su apariencia en sí, sino en su historia.

Unido al concepto de Kintsugi, existe también el término estético Wabi-sabi, que consiste en hallar belleza en la imperfección o en objetos viejos o deteriorados, así como Mottainai, que es la lamentación cuando algo se desperdicia; y Mushin, la aceptación del cambio.


Autoretrato .Técnica mixta: Fotografía + Pan de Oro